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sábado, 28 de fevereiro de 2015

Siesta con final feliz - 1-3

Siesta con final feliz - 1-3



El Barça no se sacudió el síndrome del horario pero fue lo bastante eficaz para resolver el partido


Francesc Perearnau


El horario maldito de las cuatro de la tarde del sábado, regalo de algún operador amigo, o enemigo, sigue proyectando sobre el Barça una negatividad de la que no parece poder librarse del todo. Esta vez, al menos, gracias a un gol de Rakitic en el minuto 25, hilvanado en una de las peligrosas contras del equipo, el partido del Nuevo Los Cármenes se le puso cuesta abajo y muy favorable.

Pero no se vio un equipo distinto al torpe Barça que se dio de bruces contra el Málaga no hace ni una semana en la Liga competición donde parece encontrarse más incómodo, probablemente porque sigue siendo donde más inventos y cambios introduce Luis Enrique.

Si el entrenador busca más frescura y prolongar la forma de sus jugadores hasta la hora de la verdad puede que lo consiga. A cambio, los diferentes ‘onces’ que viene alineando fuera del equipo de gala, pasan sus apuros. Esta vez las líneas defensiva y media acusaron demasiado la falta de entendimiento en la salida del balón y elaboración del fútbol.

Con independencia de que Rakitic completase un gran partido, lo mismo que Jordi Alba o Bartra a ratos, el equipo quedó demasiados minutos varado en la mediocridad de su puesta en escena. Nada que ver con el virtuosismo y calidad de su tridente, inspirado e imaginativo en las pocas ocasiones que dispuso para plantase delante de Oier.

Aún así, el Granada mantuvo un posicionamiento muy avanzado que le resultó eficaz no tanto por el éxito de su ejecución como por el porcentaje de fallos propios del Barça, incapaz de dominar el partido.

Las ocasiones cayeron del lado azulgrana hasta que en una de esas jugadas contra la espalda de la defensa del Granada, Luis Suárez encontró el espacio y aunque acabó chutando quien puso más de su parte para que Rakitic rematara a placer fue un defensa local.

El 0-1 cambió sólo la igualdad en el marcador pero no tanto la sensación de que el partido no iba a ser nada cómodo. La medular con Xavi, Mascherano y Rakitic adoleció de irregularidad, cegada como estaba por ese frontón granadino sorprendentemente avanzado.

Suerte tuvo el Barça que nada mas salir en la segunda parte una genialidad de Rakitic le dejá a Suárez un balón de área manejado infaliblemente por el delantero uruguayo. Porque el Granada había salido convencido de poder tutear al Barça. Perdiendo como iba se la jugó y atacó aún más hasta que consiguió forzar un penalti y reducir la ventaja a tiro de un gol nada imposible con jugadores como Lass B. y Córdoba, intratables en ese papel de delanteros audaces y estimulados por brillar ante el Barça.

Luis Enrique decidió intervenir con acierto en el minuto 66 retirando a Xavi, con problemas para darle tirmo y lucidez al Barça, y poniendo en su lugar a Rafinha.

Dicho y hecho. En cuatro minutos el medio campo del Barça se espesó lo bastante para jugar en su sitio y fabricar el fútbol que los de arriba merecen. Otra vez un inmenso Rakitic vio a Suárez a punto de arrancar y se la puso de rosca para que el uruguayo hiciera todo el trabajo. Pudiendo marcar se la regaló a Messi quién sabe si por no anotar su segundo doblete seguido, pudiendo considerarlo como una falta respeto. Ambos se abrazaron felices seguros de haber resuelto el partido y dejado atrás, al menos momentáneamente, la fatal estadística de los partidos de la siesta. Messi y Neymar acusaron más que nadie ese síndrome soporífero propio, añadido al del resto del equipo. Leo tuvo dos claras que no subieron al marcador debido a ese estado de incomodidad. Con del deber cumplido, el Barça salió de Granada con los deberes hechos y preparado para el asalto a la final de Copa en Vila-Real. Era el objetivo.